El giro afectivo: antecedentes y repercusiones
Si bien a lo largo de la reflexión filosófica se ha dado una tensión entre el logos y el pathos, donde los afectos, sentimientos y pasiones han sido devaluados al asociarlos a un cuerpo objetivo, naturalizado, se pueden recuperar y analizar a lo largo de la historia del pensamiento una serie de conceptos que permitan constituir y fortalecer el llamado “giro afectivo” actualmente presente en las distintas ciencias sociales. Por otra parte, aunque esta expresión no haya sido explícitamente tematizada en la filosofía, es posible encontrar un hilo conductor en su desarrollo, que culmina en el movimiento fenomenológico. En esta dirección, D. Pradelle y M. Richir hablan de “un más allá del giro copernicano” en el proyecto de Husserl. Su punto de partida reside en el papel de la corporalidad en sus dimensiones de sensibilidad, afectividad, pasiones y emociones, y sus distintos modos de subjetivación. En efecto, superando el enigma de la unión substancial del alma con el cuerpo (Descartes), Merleau-Ponty habla de la ?ambigüedad del cuerpo?distinguiendo el ?cuerpo objetivo?(Körper) del cuerpo vivo (Leib) como un ser-en-el-mundo. Por eso, no hay afectividad que no sea una Stimmung encarnada (Richir) en tanto ser en el mundo y referida a los otros, a la intersubjetividad. No es sólo ?mi?afectividad la que se capta de forma inmediata, sino también la de los demás, y viceversa, más allá del alcance meramente ?cognitivo?. Más aún, cada modalidad sensorial contribuye al tejido de una atmósfera y proporciona sus características específicas. El locus de los sentimientos no lo constituyen ni las cosas ni el alma o el espíritu: presupone un ser que no es ni enteramente fuera de sí como la res extensa de la naturaleza, ni enteramente en sí como el espíritu puro. Su lugar es el cuerpo, que se siente a sí mismo cuando siente otra cosa, y suacción propia está expuesta sin cesar a otras influencias; de allí su intrínseca vulnerabilidad. Marc Richir considera que una fenomenología de la afectividad sólo será de veras consecuentsi enfrenta su problemática, tanto en su contenido clásico como en el referido a las patologías que hasta ahora se han adscrito a lo ?mental?. En este sentido, resulta fundamental ampliar las bases filosóficas que fundamentan el actual “giro afectivo” en las ciencias sociales y humanas. Si bien éstas se han alejado de la división cartesiana mente-cuerpo, e inspirándose en Spinoza, Deleuze, Bergson y Whitehead se adscriben a las llamadas “filosofías de los procesos” (Stenner, 2011), han descuidado otras tradiciones fundamentales sobre el tema especialmente la fenomenológica.